lunes, 24 de agosto de 2009

INSANO

El domingo a la noche venía en el tren (Línea Sarmiento). Hacía mucho frío, a una de las puertas del vagón de faltaba un vidrio; las puertas que comunican un vagón con otro estaban rotas y se cerraban y abrían todo el tiempo. Veníamos todos cagados de frío, acurrucados en los asientos. De pronto viene un hombre desde otro vagón y pega un portazo, a las puteadas entró - ¡hijos de puta, trenes de mierda, y la puerta y la puta que los parío... cerrate hija de puta! ¡Todas las puertas rotas, no se cierra ninguna!-. La gente lo miró y por debajo se reían: el hombre venía con la ropa desacomodada, los pantalones medios caídos, la mirada ida. Un loco, de esos de manicomio pero en la calle, en el tren. El hombre se sentó mirando fijamente la puerta, y cada tanto pegaba unos gritos puteando a la puerta, a la gente que pasaba de un vagón al otro y la dejaba abierta, y a la empresa de trenes que no arreglaba las puertas. La gente reía por lo bajo. Así sucedió varias veces, hasta que el loco se levantó, los miró a todos y se fue a las puteadas -¡la puta que los parió, puertas de mierda... y la puta que los parió a todos!-. En el vagón siguiente fue lo mismo, y así fue una y otra vez. Ya de lejos se escuchaban los gritos. Yo me sentí avergonzado. Tenía verguenza de mí. Mientras el loco había estado insultando, una mujer riéndose me miró con complicidad, sentí asco y se lo hice ver, la mujer desvió la mirada y se notaba que no entendía. Llegué a Moreno con ese sentimiento de vergüenza, vergúenza por no haber saltado junto con el hombre a putear a la empresa, a las puertas y a la gente, por no haberme parado a decirle a todos: de que mierda se ríen, si el tipo tiene razón.
Viajan como ganado todos los días, putean, se pelean entre sí, se empujan para subir o bajar del tren...nada. De vez en cuando hacen comentarios bardeando a la empresa, pero cuando aparece un hombre, sucio, desprolijo alguien que no encaja en esta sociedad, alguien que cuestiona desde la acción misma, alguien con la mirada ida, medio dopado. Ahí se ríen, lo miran y se ríen. Todos los locos se ríen.
Marcos

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